El Señor Gris y la religión

Nunca tuve suerte en la religión, nunca logro que me interesara, cuando logre nacer mi santa madre en busca de mi salvación me bautizo en la iglesia católica, en la capilla nuestra señora de Caacupe sin mi aprobacion me tiraron el agua bendita y entre sollozos me convirtieron.

Cuando era retoño mi santa madre me llevaba al Salón del reino de los testigos de Jehová, obligado a sufrir calor, a peregrinar desde mi casa hasta el recinto de salvación enfundado en un trajecito de mangas largas.

Cuando era adolecente me dijeron que la masturbación era pecado y que cada vez que lo hacia ganaba puntos para un viaje todo pagado al país de Lucifer, así que tuve que elegir entre Manuela y Dios

Deje de creer en dios.

Desde ese momento hasta hoy fui Hereje y cada tanto discuto la inexistencia de amigos imaginarios a quien quiera discutir pero siempre respete la elección de creencias mientras no me traten de convertir, acepte incluso panfletos de testigos de Jehová, mi antigua secta, con sonrisas pero todo tiene un limite mis drugos.

En mi barrio la religión comparten territorio y adeptos, en frente hay una familia de Umbandas, y cada tanto hacen sus ritos y gritan y ríen y cada tanto veo bolsas llena de pochoclos (lo que comemos en el cine amigos extranjeros) por aquí y por allá, una noche creí escuchar el asesinato de una gallina pero creo que fue una pesadilla

La otra noche se corto la luz en el barrio de mierda en el que vivo, hacia 400 grados de calor, a los mosquitos no les importaba mi repelente contra insectos, a unas cuadras, donde los guachos tenían luz, una convención de Evangelios vociferaba la palabra de dios con parlantes, los escuche toda la noche y como si no fuera poco llevaron una especie de banda cristiana y cantaron con guitarras eléctricas y batería una canción rockera que profesaba amor a un carpintero.

Hace unos días le dije a mi santa madre donde me había bautizado, cuando me lo dijo me pregunto por mi súbito interés, le dije que quería deshacer cualquier rastro de religión que hubo en mi.

Se enojo muy poco.